miércoles, 25 de noviembre de 2009

ESTELA TALLADA EN EL RANCHO RODAS




Fotografías: Ignacio Argudín Gutiérrez.


ESTELA TALLADA EN EL RANCHO RODAS
Por: Ignacio Argudín Gutiérrez
Como he dicho en anteriores ocasiones que he tenido la oportunidad de escribir alguna experiencia de mis exploraciones, algunas de las cosas más sorprendentes e inesperadas se encuentran sin buscarlas, de hecho en esta ocasión nos encontramos dando la vuelta en motocicleta por la comunidad de Texalpan de arriba salimos por Benito Juárez ya que mi amigo Abundio Pólito Merlin, tenía que visitar a un cliente suyo en ese lugar ya que el es serigrafista aparte de ser fotógrafo, armados como siempre de nuestro equipo fotográfico, decidimos salir por el camino a Ohuilapan, terracería poco transitada y en esta época de lluvia difícil de recorrer, pero con la gran ventaja de nuestro vehículo monomotor entramos sin mayor dificultad capturando algunas imágenes de aves y lo que nos pareciera interesante. Al fin cruzamos Ohuilapan sin encontrar muchas cosas interesantes más que la magnífica panorámica que ofrece su impresionante vista del valle de San Andrés desde aquella perspectiva totalmente al sur, desgraciadamente el clima no nos favorecía mucho, ya que una gran capa de nubes cubría una gran parte de las montañas quitándole gran atractivo a las fotografías que tomamos pero ni modo así es esto. Un poco desalentados salimos por la parte del Salado, llamado así porque ahí hay nacimientos de agua salada, al tomar la carretera pavimentada vimos la entrada al Rancho Rodas y recordamos que un amigo nos había comentado que ahí se encontraba una estela gravada, que sería interesante verla, en ese lugar encontramos al Sr. Tranquilino Peña mayoral del rancho mismo que accedió a dejarnos ver la estela y he aquí que hemos visto una estela sobre una plataforma indudablemente tallada al más puro estilo olmeca, como siempre hemos dicho no somos expertos pero sin duda es original. Después de tomar fotografías en diferentes ángulos y desde todas perspectivas nos despedimos de Don Tranquilino, no sin antes agradecerle por su fina atención. No muy lejos de ahí pasamos a una milpa que en este momento está sembrada con maíz y nos dimos cuenta que todo el montículo está repleto de Tepalcate y algunos pequeños cristales de obsidiana, grandes cantidades de ello como pocas veces hemos visto, como sabemos el tepalcate son trozos de cerámica de procedencia Olmeca, suponemos, pero como ya hemos dicho no somos expertos. Después de haber capturado fotográficamente aquellas imágenes decidimos regresar reflexionando de la gran riqueza que poseemos en nuestra mágica región y proseguimos Explorando los Tuxtlas.

domingo, 15 de noviembre de 2009

HERMOSO ATARDECER

Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez
Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez
Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez
Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez

HERMOSO ATARDECER

Por: Ignacio Argudín Gutiérrez.

Verdaderamente hermosas postales nos regalan nuestros entornos, este atardecer calido tomado a orillas del lago de Catemaco en la comunidad de Coyame muy cerca de la embotelladora que ostenta el mismo nombre, y ademas aprovecha las bondades de esta tierra tan prodigiosa, como es el agua mineral que emerge de las entrañas de ella.

Innegablemente un lugar más que visitar al paso de nuestra hermosa región y seguir Explorando los Tuxtlas.

domingo, 8 de noviembre de 2009

EL CERRO DE LA CRUZ, ESPLENDIDO MIRADOR

Cerro del mono blanco tomado desde el cerro de la cruz
Al fondo volcán de San Martín, al frente El venado. fotografía. Ignacio Argudín Gutiérrez.

El valle de San Andrés Tuxtla, tomado desde el cerro de la cruz

CERRO DE LA CRUZ ESPLENDIDO MIRADOR
Por: Ignacio Argudín Gutiérrez

Hace dos horas exactamente antes de publicar este articulo, tome las fotografías que muestro, tomadas desde el cerro de la Cruz, ubicado a la espalda del barrio de Otapan justo atrás del convento de las monjas capuchinas, el cerro es un montículo de unos 650 mts. Sobre el nivel del mar por su posición es un mirador excepcional dando una vista panorámica de 360º, la ciudad se aprecia perfectamente en toda su dimensión y la cadena montañosa del San Martín, El cerro del Mono Blanco de Catemaco, la llanura de las comunidades bajas y hasta donde alcance la vista y se permitido por las condiciones meteorológicas.
El cerro cuenta con una enorme cruz de concreto visible desde toda la región, se cuenta que dicha cruz fue plantada en ese lugar ya que a ciertas horas la gente del campo que se atrevía a pasar por ahí se topaba con espectrales visiones fantasmales o diabólicas, que infundían un profundo temor y mismas que terminaron al ser colocada la cruz.
La gente del barrio de Otapan cada año el día 3 de mayo suben a dicho cerro acompañados de sacerdotes del convento a oficiar misa y rezos a la Santa Cruz.

lunes, 14 de septiembre de 2009

LAGUNA ENCANTADA (magica, mistica, misteriosa)


Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez

Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez


Fotografía: Ignacio Argudín Gutiérrez



LAGUNA ENCANTADA ( Mágica, mística y misteriosa).
Por. Ignacio Argudín Gutiérrez
Ubicada a 5 kilómetros de la ciudad de San Andrés Tuxtla, se encuentra la Laguna Encantada, cuerpo de agua de cono volcánico de unos 1,600 mts. De diámetro rodeada de vegetación selvática, tupida arboleda que dan al lugar su enigmática imagen, desde que inicia el descenso el caminante por la prolongada cuesta se topa con vista espectacular, espejo de agua cristalino plagado de colonias de aves algunas residentes permanentes, otras migrantes, la vida se desborda. A lo lejos se ven las balsas de pescadores que consisten en tres o cuatro troncos de árboles de corcho atados entre sí, pescando la mojarra ó el topote (una especie de charal) de exquisito sabor.
La vereda te lleva por la orilla de la laguna unos 200 metros y luego por entre la nutrida arboleda entre canto de aves hasta llegar a un nacimiento de agua cristalina perfecto para bañarse y refrescarse.
Al fondo detrás del nacimiento hay un peñasco pared de piedra y es ahí donde inicia lo místico del lugar, ascendiendo entre rocas y vegetación unos 100 metros, se encuentra la entrada a uno de los santuarios de chamanes, curanderos y brujos, de toda clase, concordando todos ellos en lo mágico del lugar, me refiero a la llamada “Cueva del Diablo” es una abrupta caverna de unos 4 mts. De ancho en la entrada, mismos que se van reduciendo según se avanza entre heces de murciélagos y olor a azufre entre una casi absoluta oscuridad llega a una sala más amplia donde hay infinidad de ofrendas sirios y velas de todo tipo. Este lugar de ritos es visitado principalmente el primer viernes del mes de marzo de cada año. Fecha donde los chamanes ofrecen sus rituales a sus deidades.
Una de las curiosidades de la laguna a la cual debe su nombre “Encantada” es que en temporada de mucha lluvia, baja su nivel de agua, y cuando hace mucho calor sube.
Otra curiosidad es que en ciertas temporadas de frio casi todos los peces aparecen misteriosamente muertos sin razón aparente.
Por ésta y otras razones consideramos a nuestra “Laguna Encantada” mágica, mística y misteriosa. Joya de los tuxtlas.

domingo, 17 de mayo de 2009

CASCADAS CRISTAL




COLONIA ADOLFO LÓPEZ MATEOS
Por Ignacio Argudín Gutiérrez

Ubicada a sólo 5kms de la comunidad de Coyame, municipio de Catemaco, Veracruz, la colonia Adolfo López Mateos se encuentra una zona privilegiada por la madre naturaleza, rodeada por ríos y flanqueada por la selva y la montaña.
Desde que se desvía uno de la carretera pavimentada en Coyame y toma la terracería, se respira una paz y tranquilidad y el aire puro de la naturaleza.
Al llegar a la parte alta la vista es insuperable, al norte se logra ver una serranía, cadena montañosa de Santa Martha, y al noroeste del mar, la cuenca de la laguna de Sontecomoapan y la bocana de la barra.
Serpenteando entre la sinuosa carretera de la terracería, viaja uno en medio de la hermosa campiña, generosamente provista de árboles de mandarina y otros cítricos, al costado del camino pasa uno por múltiples arroyos y puentes ideales para tomar fotografías.
Un kilómetro antes de llegar a la colonia hay una desviación que nos invita a ir a “La Cascada de Cristal”, es un salto de agua hermoso que al sólo se puede acceder caminando, pero la gente del lugar, tan amable y generosa como sólo sabemos ser los tuxtlecos, se ofrecen a guiar al turista por los senderos selváticos, entre canto de pájaros y mariposas multicolores que llevan a la cascada.
El visitante se puede dar el privilegio de caminar entre enormes árboles centenarios que cuentan historias ya olvidadas por el paso del tiempo.
En la comunidad hay un lugar especial para la cría y reproducción del pecarí de labio blanco, mismos que se pueden fotografiar. Cuenta con numerosos especimenes de diferentes tamaños, los cuales a llegar a cierta edad son liberados en su ambiente natural.
Hay un río calmo muy apropiado para refrescarse de este intenso calor veracruzano y una hermosa poza de aguas transparentes; un estanque natural, regalo de nuestro Creador.
La comunidad que habita este lugar está decidida y dispuesta a conservar y cuidar los generosos recursos naturales con que cuenta su lugar, ¡prohibida la tala de árboles y la cacería furtiva!, la gente se encuentra organizada queriendo llevar a cabo unos proyectos ecoturísticos para poder dar a conocer la belleza de este rincón maravilloso y desconocido que bien vale la pena visitar.

LA MAQUINA VIEJA










LA MAQUINA VIEJA
Por Ignacio Argudín Gutiérrez

Hoy es domingo, son las 9.00 a.m., hace un sol espléndido y he decidido visitar la Maquina Vieja, lugar casi olvidado por los habitantes de mi ciudad y, por lo tanto, desconocido para los turistas tanto nacionales como extranjeros que nos vistan.
Enfilo mis pasos hacia el boulevard 5 de febrero esquina Serapio Rendón. Sólo llevo mi cámara fotográfica y una botella de agua, ya que estas ruinas están muy cercas de San Andrés Tuxtla, de hecho la mancha urbana ya está a unos pasos de alcanzarla y absorberla.
Lo primero que alcanzo a ver son las nuevas obras hidráulicas que comprenden el saneamiento del arroyo el Tajalate, obra efectuada por el ayuntamiento de esta ciudad, e inicio el camino de terracería a orillas del río, las parcelas a mi lado están sembradas por flores y más flores, pero sobre todo por cebollas, por eso el nombre de la colonia “El Cebollal”.
Fue en 1840 cuando la fábrica de hilados y tejidos estaba en plena producción aprovechando el algodón que aquí se cultivaba. ¡Increíble! Nunca imaginé que en esta tierra se hubiese cultivado algodón, pero sí, así era, desafortunadamente como todos los proyectos que se emprenden en esta vida, algunos sobreviven, pero otros no.
La competencia de los más fuertes acabó con sus operaciones cerrando 20 años más tarde. La gente que tiene sus cultivos aquí aprovecha muy bien la generosidad del arroyo que corre por este lugar, ya que el agua circula entre sus siembras y estas corresponden con un crecimiento excepcional. Al fondo, después de caminar entre algunas pequeñas corrientes de agua y entre retoños de cebollas, se alcanza ver la gris construcción de grandes muros semi derruidos por el inclemente paso del tiempo, mientras más me acerco a ella me doy cuenta de lo espléndida que debió ser en sus años de gloria, ahora medio devorada por la vegetación, me apresto a capturar su alma con mi cámara fotográfica. Pero no sólo es esto una inerte construcción de fríos muros viejos, a su lado, a unos 10 metros de distancia, se encuentra a una cueva con una poza en su interior creada por el arroyo que corre aquí y se mira hacia el techo de la cueva se observará un agujero por donde cae el agua precipitándose hacia el interior de ella, hay múltiples saltos de agua y más pozas que invitan al visitante a refrescarse en esta agua tuxtlecas.
Tomando la vereda que cruza la construcción por un costado, subiendo por el camino real y a unos 50 mts de la construcción, se encuentra una cascada de unos 8 mts de alto, no muy grande, pero no por eso menos bella. Se logran apreciar viejos túneles que en otras épocas surtían de agua la fábrica y que ahora ya están secos.
Después de tomar la última foto, inicio mi camino de regreso reflexionando en la extensa riqueza ecológica e histórica que todavía poseemos aquí en nuestra hermosa región tuxtleca.








domingo, 10 de mayo de 2009





Por:Don domingo Gracia
Fuente: El Tucán



Un paseo por las selvas de la sierra Tuxtleca en mis tiempos cuando la vegetación era exuberante y estaba llena de animales podría considerarse toda una aventura, salir de cacería era una temeridad, pero ir a linternear una completa locura, pues éstas serranías estaban plagadas de peligros; había hierbas venenosas que con sólo rozarlas podían provocar irritación muy dolorosa en la piel, mosquitos y zancudos de todas clases y tamaños que hacían insoportables las horas del día y de la noche, además de ocasionar con bastante frecuencia el temido paludismo; amén de arañas, alacranes y ciempiés tan venenosos que podrían causar la muerte, grandes felinos que de un zarpazo eran capaces de matar a un becerro, cuantimás a un ser humano y el peligro más grande de todos, las víboras venenosas que acechaban silenciosas entre la hojarasca, junto a las raíces de los grandes árboles, entre la bejuquera y que de vez en cuando venían a visitarnos al mismo campamento. A todo esto podríamos agregar el gran peligro de desorientarse y en esas selvas era mortal, la montaña podría convertirse en un laberinto verde que asfixiaba poco a poco al que no encontraba la salida, el calor húmedo y sofocante fácilmente terminaba con las fuerzas de cualquiera que no estuviera acostumbrado a estos lugares.
Con todo y lo antes mencionado, para cierto grupo de muchachos era fascinante ir a la selva de cacería, las bellezas competían unas con otras, sólo unos cuantos teníamos acceso a ellas; arroyos cristalinos y murmurantes que plácidamente se deslizaban cuesta abajo, brincando piedras, barrancos y cañadas, hasta llegar al mar, sus orillas salpicadas de musgos y helechos, sus corrientes y pozas llenas de mojarras, "guapotas", pepescas, "bobos", acamayas y pequeños caracoles que era una delicia pescar, guisar y comerlos ante una hoguera en un campamento lleno de hamacas y de amigos deseosos de desafiar a la naturaleza en su forma más primitiva.
De la selva a mí me gusta todo, sus grandes árboles que unían en lo alto sus copas entrelazándolas con bejucos y ocultando los rayos del sol, aunque algunos lograban burlar a la apretujada enramada, en forma de hilos dorados descendían triunfantes para tocar el suelo lleno de hojas, multitud de orquídeas que colgaban caprichosas por todos la­dos inundando de colores al verdor; había los más increíbles insectos, hormigas gigantes, millones de "pepeguas" que caminaban en gran­des ejércitos destruyendo a todo ser viviente que no pudiera escapar a
su acoso y bellas mariposas de colores, vivos y radiantes, que parecían flotar en el ambiente, ves e todos tamaños que llenaban de trinos y de gorgojeos las mañanas, los mazates de rojo pelaje, el tigrillo, la marta, el tejón, el tepezcuintle y tantos otros mamíferos que existían en la montaña, aquí la vida y la muerte se conjuntaban en una sinfonía de fantasías.
En especial me gustaba el amanecer, mucho antes de que las tinieblas desaparecieran completamente se escuchaba el canto del clarín anunciando que el nuevo día estaba por llegar, luego poco a poco, otros cantos lo secundaban, palomas, perdices, gallinas de monte, chocos, faisanes y una infinidad de pequeñas aves hasta formar una algarabía, conforme la mañana avanzaba estos cantos disminuían hasta llegar a un completo silencio donde sólo las chicharras lo rompían con su esporádico y monótono canto, era entonces cuando la calma y la paz del monte bravío nos permitían sentir su majestuosidad. Éramos nosotros en la selva.
En el campamento la actividad comenzaba muy temprano. Se alimentaba la hoguera y la claridad de ella se unía a la del amanecer, la olla de café negro era puesta sobre las llamas y pronto su aroma invadía agradablemente nuestros sentidos, ruidos metálicos de los enseres de cocina daban un toque muy peculiar, el chirriar de la manteca en el sartén y el rechinar de la carne al freírse, los huevos, los frijoles secos, las tortillas dorándose en las brasas, el despertar de uno a uno de los amigos, los bostezos y los estirones del cuerpo, algunos se rascaban la cabeza o la espalda tratando de dar tiempo para despabilarse bien y era ahí donde comenzaban las bromas. ¿Dónde están mis botas carajo? - Mis pantalones, con un demonio, ¿cuándo crecerán? ¡Idiotas!—
Pero las caras serias y malhumoradas pronto se conver­tían en sonrisas, nos contagiába­mos con las risas y la bulla del grupo y en un momento todo era fiesta.
El café caliente y dulzón resbalaba lentamente, sustentan­do al cuerpo, agradando al pala­dar, la comida desaparecía rápi­damente, había que reparar ener­gías y así, la hora del desayuno transcurría, siempre quedaban dos o tres durmiendo en las hamacas y a ellos no lograba despertarlos nada, eran los que habían ido a linternear la noche anterior, caminaron mucho en plena obscuridad, amparados por el rayo plateado de sus linternas y eso tensa, los nervios se alteran al máximo, la tensión se acumula,
Campamento en plena montaña bravía, levantado con varas del mismo monte, amarradas con bejucos y techado con hojas de platanillo. Entre hamacas e improvisadas camas sobre el suelo duro, un grupo de amigos descansa después de haber "monteado" todo el día, entre la enmarañada vegetación, sorteando toda clase de peligros.
claro que a la hora de dormir, ya seguros nuevamente en el campamento, se relaja el cuerpo, la mente y el alma. Estaban desconectados del mundo entre los brazos de Morfeo.
Pronto se descolgaban los rifles y escopetas y de dos en dos nos escurríamos entre la espesa vegetación, sorteando la bejuquera, los pequeños arbustos y los heléchos que eran donde las culebras tenían sus escondites favoritos. Se caminaba despacio, asegurándose donde se ponían los pies, tratando de no hacer ruido, atentos, listos a disparar, la idea era sorprender al mázate, al faisán, al jabalí, la perdiz o alguna otra pieza digna de ser llevada a la mesa del campamento o de nuestras casas allá en el pueblo; había que tener el oído muy fino para distinguir los ruidos que a nuestro alrededor se producían, la selva era tan espesa que sólo había visibilidad a unos cuantos metros, el resto era una apretujada mancha verde obscura, de árboles, ramas, hojas, bejucos y humedad en forma de vapor.
Sí, realmente creo que era una temeridad recorrer, esos montes en plan de cacería, todo estaba en nuestra contra en esos lugares, la selva defi­nitivamente no era lugar para el hombre civilizado, los peligros eran incontables, una simple luxación de un tobillo podía convertirse en toda una tragedia, pero era eso tal vez lo que nos lanzaba al monte, ahí, las aventuras tomaban aspecto de grande­za, creo que en todas las épocas y en todos los lugares adentro del hombre siempre ha existido un cazador y en nosotros existió en ese tiempo y hoy al recordar todo esto me lleno de sensaciones, de aromas, de fantasías y al compartirlos con ustedes, vuelvo a vivir esos momentos mágicos que quedaron gravados hondamente en todos nosotros.
Tucán
Un grupo de amigos entre la exuberancia de la selva, cuando esta era inmensa e impene­trable.
Hasta estas alturas solo podían llegar los más audaces.

domingo, 3 de mayo de 2009

Los Líseres(Leyendas Tuxtlecas)

Los Líseres(Leyendas Tuxtlecas)
Fuente: Historias de cacerías en el Sureste de México.
Por: Raúl S. Argudín Corro
Si un turista, caminante, forastero, visita la escénica y acogedora ciudad de Santiago Tuxtla en el día de San Juan o cualquier domingo entre ese día y el 24 de Julio, encontrará en cualquier calle en las esquinas a un curioso personaje legendario. UN LISER de interesante, pintoresco y rancio sabor tradicional. Es un hombre disfrazado con pijama de mangas muy largas, que se cubre con una capucha (moco). Los hay amarillos, rojos, canelos y pardos. El moco tiene dos agujeros a la altura de los ojos. La chiquillería del pueblo en gran fiesta, goza, ríe y llora con el líser, los nombra y distingue como a los caballos, el rucío, el colorado, el cuatralbo, el tordillo, a ratos se le acercan y a ratos huyen despavoridos. El líser lleva una gran piola a manera de fuerte y al restallarlo brincan, bailan, braman, rugen, imitando cautelosos movimientos de felino. Corretean a los niños que huyen como gorriones asustados entre chillidos y gritos destemplados -ese líser no sirve- -ese líser es mula- -ese líser no tiene madre y un abejón es su cuerpo-.Cuando se encuentran líseres de distintos barrios se husmean interrogantes, saltan, rugen y se trenzan en descomunales peleas a latigazo limpio, hasta que uno de los contrincantes vapuleando en exceso, tira el moco, rasga el traje y sale disparado echando por la boca, ajos, sapos y culebras.Intrigado por espectáculo tan raro, regocijante y tradicional me dediqué a interrogar a los más antiguos vecinos del lugar y llegue a la conclusión de que no se encuentra ningún dato exacto que explique el simbolismo de los líseres.Por casualidad al hacer una visita profesional en el famoso barrio la Pelona a una ancianita de 97 años, más arrugada que una pasa, llamada Tia Bichi, me enteré de porque hay líseres.
Después de la consulta platiqué con la ancianita, nos hicimos amigos, le pregunté sobre el misterio de los líseres, me contestó que ella era sabedora de la incógnita y allí les va el cuento."Verá usted doctorcito: Fue hace muchos, pero muchos años, mis padres me lo contaron a mí, a ellos sus abuelos y a sus abuelos los otros tatas viejos.En aquellos tiempos Santiago no tenía el nombre que le pusieron los blancos cuando se lo repartieron al barbón de Don Hernán Cortés. Era una población rodeada de grandes murallas que llegaban hasta la subida del Mirador. En el cerro del Vigía había grandes construcciones, plaza de armas, templo, juego de pelota, mercado y palacio con muchas piedras que representaban a los Dioses. Había casas de piedra con jeroglíficos, dilatados patios y lindos jardines.Junto al Río Tepango había estanques con pájaros del agua y en las riberas casas de animales, cientos de ranchitos de caña y paja brava retrataban sus perfiles en el espejo del agua. Tenían la gran autoridad de un Sacerdote Gobernador que llevaba un gorro trenzado de oro y chalchivis adorando a una serpiente. Era señor de la vida y de la muerte para todos. Era una vida mejor que la de ahora.En uno de los ranchitos pobres desparramados por la orilla sucedió la cosa.Una perfumada noche de luna creciente, nació una niña tan bonita que no parecía de este mundo, era hija de uno de mis abuelos de los más viejos, blanca, de piel de durazno color de azucena, lindos cabellos dorados y grandes ojos, raros como de almendras en que se reflejaban suaves y temblorosos pálidos rayitos de luna. Por eso la bautizaron: Rayo de Luna. Nunca en nuestra raza que es fea se había visto nada igual, de lejanas tierras venían a conocerla, a rendirle homenaje y le traían ofrendas y le cumplían mandas.Todo fue llegando a oídos del Gobernador, mis tatas recibieron órdenes de llevarla a los aposentos reales y allá fueron siguiendo a empenachados sacerdotes.Todos los que la vieron en el Templo se prendaron de ella por el halo de belleza y de virtud que la rodeaba. El sacerdote Gobernador dijo: "Vivirá con su familia un año más y luego vendrá a adorar a nuestros Dioses, creemos que es una Princesa Blanca. No permitiremos que traiga dificultades a nuestro pueblo".Mis tatas regresaron llorando muy tristes, llorando tanto, que el Dios de las aguas compadecido lloró con ellos, crecieron los ríos, se inundó la Ciudad, iban a perderse las cosechas de maíz, hierba de México y alimento del pueblo. Atemorizados por el desastre culparon a Rayo de Luna, la buscaban para el sacrificio, mis Tatas la escondieron y la llevaron por los montes en senderos ignorados.Cuando llegaron a la primera sábana del Volcán, oyeron grandes voces en Olmeca que ordenaba: regresen que nadie los molestará.En el umbral de su ranchito encontraron al gran Sacerdote disculpándose, llevaba traje de ceremonia, túnica escarlata, y penacho de plumas rojas y blancas, dijo que en acatamiento a la Princesa en aquella casita edificaría un templo. Todo esto sucedía porque el gran Tonatiuh con un soplo y con sus rayos detuvo las aguas y revivió las cosechas. Rayo de Luna era amada y propicia a los Dioses.Pasaron rodando varios años de felicidad, de abundancia y de paz, y la niña se convirtió en una real mujer, la más bonita de todas las mujeres. Pero como no hay nada seguro en este mundo, porque lo único seguro es la muerte, una tarde triste y nublada en que no se movía ni la hoja de un árbol, comenzó a respirar fuerte el Volcán de San Martín, a vomitar lumbre, lava y enormes piedras calientes, se estremecía la tierra como si tuviera las tercianas y se hacían grietas que se tragaban a las casas, a las gentes y a las bestias. La ceniza no dejaba ver a un metro de distancia, se creyó que era el fin del mundo.Asustados los sacerdotes buscaban a Rayo de Luna para sacrificarla y calmar a los Dioses. Y sucedió lo increíble. Como todos los animales de la montaña huían aterrorizados echaron abajo trozos de la muralla y el primero en entrar al pueblo fue un hermoso tigre Real -Ocelot- que se llevó a Rayo de Luna. Todos los vecinos lo vieron, la llevaba en las fauces suspendida del huipilli cuidadosamente, suavemente como hacen las gatas cuando cambian de lugar a sus gatitos.Ella iba feliz, paso a paso se dirigió el tigre a la montaña sin importarle la ira de los elementos, algunos guerreros valientes lo persiguieron entre el infierno de lava, lumbre y humo, Ocelot los ignoró. La deposito en lecho de flores en su cueva en el laberinto de las intrincadas selvas de las vertientes del Volcán. En ese momento vino la calma, dejó de temblar la tierra, volvió la tranquilidad a todos.La princesa había calmado a los Dioses con las rojas primicias de su amor. Como en ninguna otra época fueron galanas pacíficas e idílicas las verdes y suaves playuelas del Volcán de San Martín.Siguieron rodando muchos años más cuando el Dios estaba de humor volvía al pueblo convertido en Líser asustando a los vecinos que se apresuraban a esconder los niños. Traía una soga en la mano, saltaba, rugía y se divertía a más no poder, nunca hizo mal a nadie, era pura diversión. Ahora ya no baja al pueblo, se aburriría o será que camina otros caminos.Y todos los años para las fiestas titulares de Santiago algunos vecinos tratan de imitar a los felinos, con precisos movimientos del Ocelot feroz que un día se llevara entre las fauces a la gentil Princesa Rayo de Luna en aquellos terribles días del gran enojo del Volcán. Y lo hacen recordando la historia. Siguió hablando la Tía Bichi: "Doctorcito sé que usted no lo cree, soy una pobre vieja chocha, enferma y acabada, pero tenga la seguridad de que fue cierto; mis Tatas los más viejos de todos, lo vieron, yo se lo cuento a mis hijos, ellos a los suyos y así lo sabrán todos".Me fui a mi casa intrigado pensando. ¿Cómo es posible que esta viejecita indígena arrugadita e ignorante que con dificultad se expresa en Castellano, haya inventado esta historia? ¿y cómo es posible que la niña, la enfermita que acabo de atender sea blanca como la leche, con guedejas color de oro y ojos claros, grandes como almendras en donde se ven rayitos que parecen tener fulgor de luna?¿Será esta niña lejano descendiente de la Princesa y de Ocelot?Y por eso amigo, turista, caminante, forastero, si pasas por la limpia y panorámica ciudad de Santiago Tuxtla, Veracruz; en cualquier domingo de julio el mes de la lluvia conocerás a los hieráticos líseres, pausados, curiosos, husmeadores, que rugen, braman y saltan restallando el látigo de piel, correteando a la chiquillería del pueblo en lances de regocijo y de pelea.Y lo hacen en recuerdo de la bellísima y gentil Princesa Rayo de Luna, raptada y deposada por un fiero y hermoso Tigre Real que fue Dios de los Olmecas.

RESUMEN HISTORICO DE LA FUNDACIÓN DE SAN ANDRÉS TUXTLA

…”En su etapa prehispánica San Andrés Tuxtla formó parte del Olmecapan, área cultural que mantuvo nexos con los Mayas, Los Totonacas y los Toltecas. La población tubo su asiento inicial en Ixtlán, al oriente del Titepel (Cerro Negro), pero debido a una erupción ocurrida entre 1530 y 1532 los vecinos buscaron refugio en el paraje llamado “TZACOALCO” (“En el escondite” en náhuatl). En los primeros tiempos de la colonia la localidad se llamó SAN ANDRÉS TZACOALCO y dependía de Santiago Tuxtla, una de la 23 villas que recibió Hernán Cortés en 1529 como parte del Marquesado del valle de Oaxaca. Durante El Virreinato San Andrés perteneció a la alcaldía Mayor de Tlacotalpan y posteriormente a la de Acayucan.

En 1718 se le dio el titulo de pueblo. En 1750 hubo intento de emancipación, luego reprimido de saldo de varios muertos, y en 1815 una partida de 100 soldados obligó a los adultos a engrosar las filas de los realistas.
En enero de 1826 se asignó el carácter de cabecera de partido, en lugar de Santiago Tuxtla y el 29 de noviembre de 1830, siendo gobernador del estado Manuel Pérez Marín, se confirió el rango de villa. En 1833 una epidemia de cólera acabó con el 40% de la población.
La planta de hilados y tejidos que se instaló en 1840, para aprovechar el algodón que se producía en la zona, desapareció 20 años más tarde ante la imposibilidad de competir con las fábricas de Orizaba y Puebla.
Hasta 1842 tuvo la villa fundo legal y tierras comunales. La Guardia Nacional de San Andrés Tuxtla, combatió contra los invasores norteamericanos en octubre de 1846, contra el imperio de Maximiliano en agosto de 1866, en la toma de Tlacotalpan, la batalla de Cosoleacaque y asalto a Minatitlán, y en junio de 1867, ya incorporada a las fuerzas al mando del Gral. Rafael Benavides, en el sitio y captura de Veracruz. En los primeros años del gobierno del presidente Porfirio Díaz, se establecieron en San Andrés algunos industriales y agricultores cubanos y españoles que fundaron una procesadora de tabaco llamada el “Destino” , cuyos productos tuvieron gran demanda en los principales mercados europeos.
Un poco más tarde se introdujo el servicio telegráfico y en 1882 aparecieron las primeras agrupaciones gremiales, entre ellas la llamada “Caridad”, sociedad de socorros mutuos integrada por obreros, pequeños propietarios y vecinos.
Durante el mandato del gobernador Teodoro A. Dehesa, la Legislatura local le concedió a San Andrés Tuxtla la categoría de ciudad, el 23 de octubre de 1893. Ya en pleno desarrollo de la industria tabacalera, en 1896 ocurrió la primera huelga de obreros en demanda de mejores condiciones de trabajo. Por la misma época y a pesar de las restricciones que impuso el régimen, se publicaron los periódicos liberales El Eco de Los Tuxtlas (1888), El Progresista (1891), El Intransigente (1894), La voz obrera (1896), El Concepto Público (1908), El Ciudadano, El Cantaclaro y otros. La región de San Andrés fue escenario de las acciones del guerrillero Hilario C. Salas en ocasión de la revolución maderista. De 1913 a 1920 se instaló en la cabecera la comandancia militar de la que dependieron las guarniciones de Catemaco y Santiago Tuxtla y otros lugares. En agosto de 1916 fuerzas villistas atacaron la villa de Santiago y una ves tomada la plaza incendiaron el Palacio Municipal, ahí se perdió el archivo más antiguo del cantón que contenía importantes documentos del siglo XVI. Otro grupo del mismo mando atacó el tren que comunicaba a San Andrés y dejó a la ciudad sin abastecimientos. En esa época se vendió el archivo de la Jefatura Política de Los Tuxtlas, que luego se usó como envoltura en el mercado. Los 80 años más recientes han sido de consolidación económica del municipio; a sus actividades habituales se sumó el turismo, al abrirse al público el acceso a la cascada de Eyipantla y a las lagunas de Coyoapan, la Encantada y la Albufera de Sontecomoapan.

Bibliografía:Monografía de los Tuxtlas. Compilada por: JUAN RESENDIZ PICASSO.






CERRO LORO, INCREIBLES MONOLITOS GRABADOS.
Por: Ignacio Argudín Gutiérrez.
Ubicado en la comunidad de Chuniapan de Arriba, Municipio de San Andrés Tuxtla, Veracruz, se encuentra el Cerro Loro, como lo llaman los habitantes de este lugar, llegamos a él mi amigo Abundio Pólito y yo, en una de nuestras excursiones en motocicleta buscando una cascada escondida, que nos habían dicho que se encontraba allí, como siempre algunas de las cosas más sorprendentes las hemos descubierto por casualidad.
Preguntamos a los lugareños, gente sencilla y amable quienes nos dijeron que no había ninguna cascada por ahí, lo que si había eran unas figuras labradas en unas piedras, ¿Dónde?, inmediatamente preguntamos, allá, arriba del cerro loro. Después de dialogar un rato con nuestros nuevos amigos Francisco y Emanuel se ofrecieron a guiarnos hasta ahí. Después de cruzar algunas parcelas iniciamos el acenso al principio no muy inclinado por entre arboles de mango y mulato que formaban las cercas de las parcelas deteniéndonos en algún frondoso mangal para tomar un respiro y cortar algún mango maduro deliciosamente puesto a nuestro alcance por Dios mismo. Al costado de la vereda que iniciaba nuestro acenso corría un pequeño hilo de agua mismo que nacía a la cintura del cerro. Llevando a cuestas el trípode de la cámara fotográfica, que es de un material sumamente ligero, la subida se tornaba más y más difícil, pero nuestros guías con el conocimiento del terreno y muchos años mas jóvenes que nosotros no parecían cansarse dando pasos agigantados, y nosotros sentíamos las piernas temblar del esfuerzo y la respiración agitada pero nos mantenía en pie la emoción de ver aquellos monolitos. Descansamos unas tres veces más mirando la imponente cuesta que teníamos que vencer, y tomando fuerzas al fin logramos subir hasta la primera cima, increíble vista desde ahí, lamentamos no haber llevado el telefoto de la cámara ya que desde esa altura increíblemente se lograba mirar la cascada del Salto de Eyipantla, mas no solo eso, hacia el Sureste, se dominaba un valle entre cerros desgraciadamente casi en su totalidad deforestado, del tamaño de una pequeña ciudad, solo algunas parcelas sembradas lo demás solo potreros sin ganado, incluso los cerros a su alrededor con algunos pocos árboles me pregunto ¿Por qué deforestar cerros con tanta inclinación si son imposibles de cultivar?, ¿Qué ganaron con eso?, en fin. Continuamos el acenso un poco más frescos ya que soplaba una brisa deliciosa, en la altura a unos 200 mts. Hacia el Norte al fin vimos una concentración de rocas justo en la cresta del cerro, ahí frente a nosotros dispuestas estaban múltiples figuras labradas, símbolos, animales, rostros, deidades, todos ellos capturados por el lente de la cámara fotográfica de Abundio, en realidad nosotros no somos arqueólogos ni antropólogos, pero nos parecieron autenticas, tal vez sería acertado que alguna autoridad estudiara dichas rocas para saber si son autenticas o no y si lo son protegerlas. Cierto es que importante son los vestigios arqueológicos que ahí se encuentran pero también es cierto que es urgente reforestar, ya que de no ser así pronto este rincón tuxtleco se convertirá en un desierto.
Comentarios dirigirlos a:
ignacioargudin@hotmai.com
Visita también: explorandolostuxtlas.blogspot.com

jueves, 30 de abril de 2009

HISTORICA RELACIÓN DE LA VILLA DE TUXTLA


RELACION DE LA VILLA DE TUSTLA
POR JUAN DE MEDINA. 1580.

En la villa de Tustla a 22 días del mes de febrero de 1580, yo JUAN DE MEDINA alcalde mayor del pueblo de Tlacotalpan por su Majestad e justicia, en las villas de Tustla y Cotlasta, acabé de hacer la descripción que de yuso va escripta desta villa por mandato del muy Excelente Señor VISOREY de esta nueva España y es la que sigue:
11 La villa de Tustla es de la ciudad de México sesenta e cinco leguas y de la ciudad de Guaxaca sesenta y cinco leguas donde esta la catedral de Antequera, en cuyo obispado cae.
Tiene sus estancias que son Conchica y Sant Andrés Zacoalco, Mathacapan, Caxiapa, Chuniapa, Catemaco.
12 E tiene por vecinos Chacalapa de la provincia de Guazacqualco, ay diez leguas de aquí allá, y a Tlacotalpan que ansí mismo tiene por vecinos ay diez leguas y hasta hazia el río de Alvarado.
13 Tustla quiere decir cabeza ancha porque en tiempos de infidilidad quando nacían les apretaban la cabeza las madres y las parteras y ansi quedaban las cabezas anchas. La lengua que hablan es mexicana muy tosca y corrompida en vocablos diferentes a la mexicana. Hoy escriben por error TUXTLA. Mi catálogo de la Sección de México en la exposición de Madrid 1892.
tomo 2 deshace la verdadera ortografía de TUZTLA y que concuerde con la etimología Tustla o Tuztla, viene de TOZTLI nombre de un hermoso papagayo amarillo propio de la región como se comprueba con el código Mendocino donde aparece como determinativo geográfico del pueblo, ese papagayo amarillo. De la tosquedad del dialecto mexicano que allí se habla dije algo de mi catálogo citado, y habiendo comprobado entre sus elementos fonéticos de la X y de la H que distintamente oí pronunciar en vocablos nahuas de aquella zona, corrupción debida tal vez a la vecindad de otras naciones indígenas que hablan diversas lenguas.

14 Señoreo este pueblo un señor que se llamó Chiconacen, tribuntábanle mantas blancas y cacao y después se dieron a MOCTEZUMA por amistad y puso en este pueblo un CALPOSQUE como gobernador tributaban unas mantas de cuatro piernas y ocho baras en largo y tres palmos en ancho cada pierna y en estas mantas pintaban en medio un cerco grande y medio sol y otra ropa blanca menuda. Adoraban a OCHILOBOS que es el demonio.-
Este dios propio de los mexicanos habrá sido impuesto por ellos después que dominaron la región pero los númenes anteriores debieron ser otros.
En cuanto a los tributos que pagaban los tuztecos, quedan enumerados ya en nota 2, pues Tlacotalpan y Tuztla quedaban comprendidos en la misma nomina.- y lo tenían pintado en piedras y bultos de barro que hazían; sacrificaban a este ídolo muchos esclavos, tenían unos viejos como religiosos que no conocían mugeres y estos sacrificaban los que mataban.
15 Tenían guerra con alguna gente que venían hazia la parte de Guazaqualco; peleaban con arcos e flechas y macanas con unas navajas de pedernal a los lados puestas en un palo de cinco palmos, e rodelas hechas de cortezas de cañas mazizas, atadas unas con otras, y eran tan fuertes que una ballesta no las pasaba; llevaban asi mismo por armas defensivas unos veheaguepilis que son a manera de cueros abrochados por detrás, vestíanse unas mantas de algodón pintadas e blancas y unos “mastiles que son como tocas largas con que se ceñían y tapaban las partes vergonzosas y de estas colgaban unos cabos con borlas.
Ahora visten las propias mantas y sombreros y jabones y algunos andan en ambito de españoles. El mantenimiento de que se usavan hera maiz y frisoles, gallinas y venados, frutas e yervas y e lo mismo comen ahora y en tiempo de su gentilidad bivian mucho y estavan muy sanos y avia muchos viejos, porque no tenían enfermedades y porque no se casavan ni se juntaban con mugeres hasta que eran de mucha hedad.
16 Estan poblados en un alto junto a la sierra que se dize Tustantepenque, cercado todo de montes y sierras.
17 Es tierra enferma
cabsa de averse baxado a los llano porque antes estavan poblados en la sierra de que arriba se hizo mención. La enfermedad que an tenido an sido muy agudas que morian dentrote seis horas de como se dava y eran gomitos, echaban mucha cólera y se les apretaba la garganta y morían. E avra que les dio esta enfermedad 20 años de que murio mucha gente, después biven algo más sanos, aunque todavía tiene algunas enfermedades y la curan con yerbas frias que llaman ceccepatle.
18 Esta respondido en los capítulos de atrás.
19 Tiene junto al pueblo un rio caudaloso hazia la parte que va a Guazaqualco, va a dar este rio a otro que viene de Minchapa, y se junta con él cuatro leguas de aquí y se haze un rio muy caudaloso que va a dar al rio de Alvarado, frontero de Tlacotalpan.
Ay otro no caudaloso tres leguas de aquí que se llama Metecolapa e viene de la sierra de San Martín, e va a entrar en el rio de Alvarado.
20 Quatro leguas de esta villa camino de Guazaqualco do esta la estancia de Acatemaco desta juridicion donde esta una laguna muy grande que tema 20 leguas de box: desagua con un rio muy caudaloso que se junta con el rio de Minchapa e se va a dar al rio de Alvarado; esta junto a esta estancia como un tiro de arcabuz dentro de la laguna una ysleta manera de navio que terna media legua de box ay montes en ella en donde andan algunos venados y otros animales que llaman armadillos, tiene esta laguna pescado menudo y media deste pueblo de Catemaco esta laguna tan grande como la dicha que entra en la mar en ella donde ay mucha manera de pescado y lagartos, la cual va señalada en la pintura que hizo el CAPITAN GALI, de Tlacotalpan; seis leguas desta villa esta otra laguna que se llama Amezcalapan, que quiere decir laguna de conchas; tendra 5 leguas de box, desagua en el rio cañas que va al mar hazia la parte de San Juan de Lua ay cantidad de pescado, lagartos y tortugas.
22 Tienen en los montes muchos árboles , grandes que llaman capates (sic) chicozapotes, que dan frutas muchas provechosas, y nogales silvestres y otros frutales de donde se aprovechan de la madera ansi para el ingenio de azucar que esta comarca tiene el MARQUEZ DEL VALLE, como para casa y otros menesteres.
23 Tienen muchos ciruelos y anonas y xicosapotes que llaman peruetanos y platanos y aguacates “qquaxinicuiles” que dan fruta a manera de algarrovas y ceresos de la tierra y guayavos, en los pueblos y en los montes y palmas silvestres ay mucha cantidad de naranjos agrios e dulzes limas y limones e cidras.
24 Tienen maiz dase mucha cantidad muchas maneras de ortalizas de la tierra, camotes, xicamas, que son raices como nabos muy buenos de comer y otras buenas raices que comen. Danse lechugas e berenjenas y coles e pepinos y calabasas de Castilla chile y tomate que son espesies que usan.
26 Tienen unos árboles que dan una una manera de pimienta semejante en olor y sabor; usan de ella los yndios y la echan en el cacao que beven y en manjares que comen y la echan en bevedizos para dolor de estómago por ser muy caliente y medicinal y los españoles usan de ella.
27 Tienen en los montes Leones y tigrese coyotes que son como zorros grandes y danlas mucha multitud de monos y monas, armadillos, hardillas y otros muchos animalejos, faysanes, conejos, palomas monteses y papagayos, perdizes, casi a la manera de las de Castilla avras a manera de cuervos y gallinas monteses; crianse en estas villas y su comarca mucha cantidad de gallinas de Castilla y de la tierra y de aquí se prove la flora de ellas y otras partes.
30 Haze alguna sal cocida con agua salobre; provechesen della de campeche por ser poca la que hazen de la manera dicha.
31 Lascasas son paredes de palos
e cañas embarradas, las cubiertas de madera y cañas mazizas. El armazon y cubiertas de paja.
32 La fortaleza que tenian hes la
sierra que esta dicha junto al pueblo.
33 Los tratos y granjerías son de maiz.
34 Estan en el obispado de Guajaca con las lenguas ya dichas en los capítulos de atrás y los caminos son muy malos e torcidos con muchos rios e sierras e montes peligrosos de andar en ellos en tiempos de aguas.
35 Tienen una yglesia en esta villa: reside en ella UN BENEFICIADO.
38 Alcanza este pueblo la costa del mar, como va con la pintura de Tlacotalpan.
39 La costa es playa es costa muy brava en tiempos de nortes y sures que reynan mucho tiempo del año.
41 Va la relación deste capítulo en la pintura; y de forma susodicha ase acabo de hazer la dicha discreción para la qual hize juntar al GOBERNADOR e ALCALDES e hombres viejos desta villa, yndios de los cuales me informe y supe lo que va dicho y cada uno conforme a su edad dijo lo que sabia y se acordo del tiempo de su infinidad y fueron presentes por testigos las personas que firmaron aquí: JUAN DE MEDINA, JHOAN DE MOLINAR, HERMANADO DE AZAMAR, NICOLAS DE ILLESCAS.
La hoja siguiente sirvió a esta relación de cubierta, esta en blanco y al respaldo se encuentra esta inscripción RELACION DE LA VILLA DE TUSTLA.
RELACION IMPRESA POR DN. FRANCISCO DEL PASO Y TRONCOSO en PAPELES DE NUEVA ESPAÑA.----------------------------------------------------------

jueves, 23 de abril de 2009

ASCENCIÓN AL VOLCÁN DE SAN MARTIN
Por Raymundo Jaussoro, San Andrés el 11 de marzo del 1872.
Tomado de la revista jarocha del 1950.


El día 10 de marzo de 1872 a las ocho horas de la mañana, emprendí mi viaje al volcán, a distancia de dos leguas escasas de esta ciudad de San Andrés, Hice alto en el último manantial llamado Tepelabagata arriba de Ameyapan; almorcé en este manantial y llenamos los tecomates para llevar agua al cráter. Observé que la temperatura al aire libre a la hora de salir que eran las once de la mañana y el termómetro marcaba 23º centígrados y el dicho manantial que es el último, marcaba 20º centígrados.
A las seis de la tarde llegué arriba del volcán en donde pasé la noche, por la parte meridional de la cresta observé que el termómetro en dicha hora marcaba 15º centígrados, en San Andrés 27º grados observados a l a misma hora.
A las doce de la noche sentí frió en dicho punto y noté que el termómetro, marcaba 10º centígrados, el día siguiente seis de la mañana 11 de marzo en el punto más alto del volcán tenía temperatura de trece grados centígrados y en San Andrés 26º de id.
La figura del cráter del volcán es de una herradura, fórmanse unos precipicios muy grandes por la parte occidental, puntos que tienen una altura de 200 metros en un ángulo de 15º de inclinación con unos cerritos dentro de la roca con hondonada y otros de figura de conos truncados que demuestran ser verdaderos cráteres.
Todo cráter de E. a O. tendrá dos y medio kilómetros y de S. a N. es una protuberancia como de una legua. En todas las vertientes interiores y exteriores existen grandes masas de arena basáltica y cascales de diversas clases de arena.
Las plantas que cubren sus crestas sobre todo es Arrayán que le llaman los naturales que es una especie de launils vulgaris. Arriba todas estas plantas están cubiertas de una planta parásita que llaman moho. Allí en el punto mas culminante deje una bandera blanca y una botella con un papel en el cual está escrito mi nombre y la fecha.
Una de las excursiones mas interesantes que pueden hacerlos viajeros es la ascensión al volcán de San Martín, sin peligro ninguno y fácil de todos los puntos cardinales que se ven cuadros admirables. Pocas cumbres hay en el Golfo Mexicano que ofrezca panoramas tan bastos y hermosos. Hasta las nueve de la mañana estuve observando, pero de repente fui invadido por un temporal cubierto de una neblina muy espesa y comenzó a llover. En dos horas y media calló en un metro cuadrado tres litros de agua con temperatura de 11º. El volcán está completamente apagado siempre con una temperatura por término medio de 18º centígrados en todo el año.
No pudiendo hacer mas observaciones determiné bajar, el práctico perdió su rumbo y fuimos a dar en un precipicio de 250 metros de altura.
Al ver que estaba perdido, subimos al camino que habíamos bajado y tuve por prudente tomar por práctico a la brújula. Tome la ruta sur declinando 10º al este, continuamente bajando un descenso de 15º, atravesando barrancas cortadas perpendicularmente, hasta que baje de los precipicios donde hay unos árboles frondosos con sus orgullosas copas que se elevan buscando el sol. Toda la expedición la hice a pie, mojado todo el día y llegué a San Andrés, a la seis de la tarde del día 11 de marzo de 1872.


Bibliografía: Monografía de los Tuxtlas
Recopilado por: Juan Resendiz Picasso

lunes, 20 de abril de 2009


EXPEDICION AL VOLCÁN DE SAN MARTÍN
(EL CRATER Y EL ARRAYANAL)
Por: Ignacio Argudín Gutiérrez.


Sábado 11 de Abril del 2009.
Tal como lo hiciéramos el año pasado, nos sigue emocionando el incursionar en lo más profundo y abrupto del más representativo de los volcanes de la región y me refiero al San Martin Tuxtla (Titepel). Corazón de la reserva de la Biosfera de los Tuxtlas. Todavía de madrugada llegamos a la entrada el Chininal, con la luna llena tocando nuestras cabezas e iluminando con su luz de plata el sendero a través de los potreros, nuestro grupo conformado por entusiastas amigos entre ellos Abundio Pólito, Tomás Miros (El Fierro), Jairo y Oscar Albañil, y un servidor que emprendíamos la aventura de explorar la todavía enorme, extensa y salvaje selva.
Como siempre cargando el equipo fotográfico, las casas de campaña, y los víveres necesarios para poder acampar una noche en la cima del volcán, caminábamos bromeando entre nosotros no obstante teníamos a nuestro favor que la temperatura ambiente era deliciosamente fresca ya que todavía no amanecía, el cielo estrellado, como nunca se ve en el pueblo mostraba los primeros rastros luminosos del amanecer cuando ya cruzábamos el último cercado donde inicia la acahualera principio del volcán, a pesar que ya empezaba a clarear, dentro del acahual reinaba todavía la penumbra terror de nuestros ancestros, ya que en aquellos tiempos era una verdadera temeridad deambular en estos lugares plagados de peligrosos felinos, capaces de asesinar a un ser humano con suma facilidad, amén de todo tipo de arácnidos ponzoñosos y sin contar con los muy temidos reptiles, ya que estos últimos eran, y son aún los que más terror infunden entre los seres humanos.

Antes de iniciar nuestro andar por entre la vereda tapizada de hojarasca seca, grandes raíces, bejuqueras y árboles caídos, les dije a mis compañeros que a partir de ahí tuvieran mucho cuidado donde pisaban y ponían las manos.
Mucho antes que cesaran los cantos nocturnos de los grillos, ya se escuchaba al Clarín sonriendo al amanecer, en minutos cruzamos el acahual llegando prontamente a la selva grande donde los amos indiscutibles son los enormes arboles con dimensiones que fácilmente llegan a los 50 metros de altura, uniendo caprichosamente sus ramas formando el dosel, tomamos fotografías de unos de ellos que el año pasado nos había impresionado, su tronco es tan enorme que fácilmente se requerirían unas 20 personas tomadas de las manos para abrazarlo totalmente, proseguimos nuestro camino a partir de ahí ascendente siempre, un poco más preparado psicológicamente ya que les diré que verdaderamente caminar siempre cuesta arriba con un peso que supere los 10 kilos es muy extenuante, más aún si cotidianamente no tenemos la costumbre de hacerlo.
Llegamos al primer parador con los primeros rayos de luz filtrándose por entre las ramas de los gigantes dejándonos ver el verdor de la vegetación, las orquídeas caprichosamente colgadas por entre las ramas de los arboles mostrándonos su hermoso colorido, y fue ahí donde se inicio un gorgoreo frenético de toda clase de aves que se despertaban dando gracias a Dios por un nuevo día. Maravillados por el espectáculo descansamos unos minutos tomando algunos sorbos de agua y algunas golosinas que algún amigo trajo para deleite de todos los demás.
Continuamos nuestro camino, extrañados ya que no habíamos visto ni escuchado ninguna colonia de monos, ni ningún otro animalito hasta ese momento, esforzándonos un poco más llegamos al segundo parador que es donde dormimos el año pasado. Consientes de que a partir de ahí la inclinación del camino es de más de 45º y tomando en cuenta la hora ya que era muy temprano todavía decidimos acampar esa noche en el ultimo parador que se encuentra en la cima del volcán. Con esa idea en mente decidimos continuar el ascenso serpenteando tortuosamente por entre la bejuquera y con el peso del equipo completo ya que no lo habíamos dejado como el año pasado en el segundo parador sino que lo subiríamos hasta la cima del San Martin, capturamos el esfuerzo de todos nosotros en fotografías y más aun cuando vencimos la primer cima con una vista maravillosa de las costas tuxtlecas hacia el norte. Continuando nuestra ascensión sobre las demás crestas de la montaña ya que tiene siete y nosotros subimos por la tercera, tomando rumbo noroeste después de cruzar un tronco caído el amigo Tomás dio un salto hacia atrás ya que en ese momento el guiaba, fue entonces cuando tuvimos el primer encuentro con un gran reptil era una Sorda (nauyaca) como de 2 mts. De largo que cruzo la vereda frente a la mirada atónita de todos nosotros. Después de recuperar el aliento y el valor proseguimos nuestro camino redoblando precauciones en nuestro andar. Por fin el tercer y último parador en el tronco de un gran árbol se encuentra una cruz de metal adornada con flores de colores y ramitas de arrayan, con una medalla colgando de ella. Desgraciadamente el rastro innegable de la presencia humana basura, bolsas de plástico, latas, botellas y otras cosas más, mismas que después de comer quemamos en la hoguera. Debo contarles que nuestra comida estuvo exquisita, a pesar de que eran alimentos sencillos nos supieron a gloria.
Descansamos unos minutos tirados sobre algunas ramas de palmas improvisando alguna cama y bajo la sombra de arboles nos relajamos charlando y bromeando amenamente, entre todos tomamos la decisión de bajar y dormir en el cráter del volcán recogiendo nuestro equipo bajamos hacia él, debo decir que son como 300 mts. De descenso en un piso de arena y grava negra cubierta de vegetación en su casi totalidad con excepción de la pequeña vereda misma que es tan quebrada y difícil de caminar que se antoja intransitable. Por fin llegamos al arrayanal, el cráter es más o menos como del tamaño de un campo de futbol pero con paredes mucho más grandes caminamos por el centro de él, cruzándolo entre hojas de arrayan secas que cubren el camino y con ese olor a árnica, un tanto mentolado, arrayan, arrayan por todos lados, planta sagrada promesa y manda de peregrinos que llevan a la iglesia para ser bendecidos y expiados.
Todavía emocionado por la belleza de este lugar me entristece la facilidad con que se acaba, se deforesta, se caza, con miles de pretextos para hacerlo por la avaricia de algunos que por un puñado de monedas venden el futuro de todas las nuevas generaciones, pero existe la posibilidad de salvar estos lugares para que no se conviertan en un monumento a la estupidez humana.