lunes, 20 de abril de 2009


EXPEDICION AL VOLCÁN DE SAN MARTÍN
(EL CRATER Y EL ARRAYANAL)
Por: Ignacio Argudín Gutiérrez.


Sábado 11 de Abril del 2009.
Tal como lo hiciéramos el año pasado, nos sigue emocionando el incursionar en lo más profundo y abrupto del más representativo de los volcanes de la región y me refiero al San Martin Tuxtla (Titepel). Corazón de la reserva de la Biosfera de los Tuxtlas. Todavía de madrugada llegamos a la entrada el Chininal, con la luna llena tocando nuestras cabezas e iluminando con su luz de plata el sendero a través de los potreros, nuestro grupo conformado por entusiastas amigos entre ellos Abundio Pólito, Tomás Miros (El Fierro), Jairo y Oscar Albañil, y un servidor que emprendíamos la aventura de explorar la todavía enorme, extensa y salvaje selva.
Como siempre cargando el equipo fotográfico, las casas de campaña, y los víveres necesarios para poder acampar una noche en la cima del volcán, caminábamos bromeando entre nosotros no obstante teníamos a nuestro favor que la temperatura ambiente era deliciosamente fresca ya que todavía no amanecía, el cielo estrellado, como nunca se ve en el pueblo mostraba los primeros rastros luminosos del amanecer cuando ya cruzábamos el último cercado donde inicia la acahualera principio del volcán, a pesar que ya empezaba a clarear, dentro del acahual reinaba todavía la penumbra terror de nuestros ancestros, ya que en aquellos tiempos era una verdadera temeridad deambular en estos lugares plagados de peligrosos felinos, capaces de asesinar a un ser humano con suma facilidad, amén de todo tipo de arácnidos ponzoñosos y sin contar con los muy temidos reptiles, ya que estos últimos eran, y son aún los que más terror infunden entre los seres humanos.

Antes de iniciar nuestro andar por entre la vereda tapizada de hojarasca seca, grandes raíces, bejuqueras y árboles caídos, les dije a mis compañeros que a partir de ahí tuvieran mucho cuidado donde pisaban y ponían las manos.
Mucho antes que cesaran los cantos nocturnos de los grillos, ya se escuchaba al Clarín sonriendo al amanecer, en minutos cruzamos el acahual llegando prontamente a la selva grande donde los amos indiscutibles son los enormes arboles con dimensiones que fácilmente llegan a los 50 metros de altura, uniendo caprichosamente sus ramas formando el dosel, tomamos fotografías de unos de ellos que el año pasado nos había impresionado, su tronco es tan enorme que fácilmente se requerirían unas 20 personas tomadas de las manos para abrazarlo totalmente, proseguimos nuestro camino a partir de ahí ascendente siempre, un poco más preparado psicológicamente ya que les diré que verdaderamente caminar siempre cuesta arriba con un peso que supere los 10 kilos es muy extenuante, más aún si cotidianamente no tenemos la costumbre de hacerlo.
Llegamos al primer parador con los primeros rayos de luz filtrándose por entre las ramas de los gigantes dejándonos ver el verdor de la vegetación, las orquídeas caprichosamente colgadas por entre las ramas de los arboles mostrándonos su hermoso colorido, y fue ahí donde se inicio un gorgoreo frenético de toda clase de aves que se despertaban dando gracias a Dios por un nuevo día. Maravillados por el espectáculo descansamos unos minutos tomando algunos sorbos de agua y algunas golosinas que algún amigo trajo para deleite de todos los demás.
Continuamos nuestro camino, extrañados ya que no habíamos visto ni escuchado ninguna colonia de monos, ni ningún otro animalito hasta ese momento, esforzándonos un poco más llegamos al segundo parador que es donde dormimos el año pasado. Consientes de que a partir de ahí la inclinación del camino es de más de 45º y tomando en cuenta la hora ya que era muy temprano todavía decidimos acampar esa noche en el ultimo parador que se encuentra en la cima del volcán. Con esa idea en mente decidimos continuar el ascenso serpenteando tortuosamente por entre la bejuquera y con el peso del equipo completo ya que no lo habíamos dejado como el año pasado en el segundo parador sino que lo subiríamos hasta la cima del San Martin, capturamos el esfuerzo de todos nosotros en fotografías y más aun cuando vencimos la primer cima con una vista maravillosa de las costas tuxtlecas hacia el norte. Continuando nuestra ascensión sobre las demás crestas de la montaña ya que tiene siete y nosotros subimos por la tercera, tomando rumbo noroeste después de cruzar un tronco caído el amigo Tomás dio un salto hacia atrás ya que en ese momento el guiaba, fue entonces cuando tuvimos el primer encuentro con un gran reptil era una Sorda (nauyaca) como de 2 mts. De largo que cruzo la vereda frente a la mirada atónita de todos nosotros. Después de recuperar el aliento y el valor proseguimos nuestro camino redoblando precauciones en nuestro andar. Por fin el tercer y último parador en el tronco de un gran árbol se encuentra una cruz de metal adornada con flores de colores y ramitas de arrayan, con una medalla colgando de ella. Desgraciadamente el rastro innegable de la presencia humana basura, bolsas de plástico, latas, botellas y otras cosas más, mismas que después de comer quemamos en la hoguera. Debo contarles que nuestra comida estuvo exquisita, a pesar de que eran alimentos sencillos nos supieron a gloria.
Descansamos unos minutos tirados sobre algunas ramas de palmas improvisando alguna cama y bajo la sombra de arboles nos relajamos charlando y bromeando amenamente, entre todos tomamos la decisión de bajar y dormir en el cráter del volcán recogiendo nuestro equipo bajamos hacia él, debo decir que son como 300 mts. De descenso en un piso de arena y grava negra cubierta de vegetación en su casi totalidad con excepción de la pequeña vereda misma que es tan quebrada y difícil de caminar que se antoja intransitable. Por fin llegamos al arrayanal, el cráter es más o menos como del tamaño de un campo de futbol pero con paredes mucho más grandes caminamos por el centro de él, cruzándolo entre hojas de arrayan secas que cubren el camino y con ese olor a árnica, un tanto mentolado, arrayan, arrayan por todos lados, planta sagrada promesa y manda de peregrinos que llevan a la iglesia para ser bendecidos y expiados.
Todavía emocionado por la belleza de este lugar me entristece la facilidad con que se acaba, se deforesta, se caza, con miles de pretextos para hacerlo por la avaricia de algunos que por un puñado de monedas venden el futuro de todas las nuevas generaciones, pero existe la posibilidad de salvar estos lugares para que no se conviertan en un monumento a la estupidez humana.

3 comentarios:

  1. ES VERDAD, NOS VAMOS A QUEDAR SIN NADA POR LA AMBICION DE POCOS QUE DESTRUYEN Y TALAN POR MOTIVOS MEZQUINOS. Y ¿QUE VAMOS A HEREDAR A NUESTROS HIJOS Y NIETOS ? Y PROXIMAS GENERACIONES. FELICIDADES MUY INTRUCTIVO.

    ResponderEliminar
  2. HOLA,FELICIDADES!!! UN REPORTAJE SENCILLO, AMENO Y MUY CLARO. AMO LA NATURALEZA,LA VEGETACION EXUBERANTE, Y LOS TUXTLAS CUENTAN CON ESA BELLEZA MAGICA. DESGRACIADAMENTE TIENES RAZON, LA CIMIENTE HUMANA TENIA QUE INTERVENIR,SOMOS AMBICIOSOS Y DESTRUCTIVOS POR NATURALEZA, POBRES DE NOSOTROS, CUANDO NOS PRESENTEN LA FACTURA, SE NOS COBRE POR LO QUE HICIMOS O DEJAMOS DE HACER, SERA DEMASIADO TARDE... Y PAGARAN JUSTOS POR PECADORES, PUES LAS GENERACIONES FUTURAS SUFRIRAN LAS CONSECUENCIAS DE NUESTRA IRRESPONSABILIDAD E INCONCIENCIA.

    ResponderEliminar
  3. esperaba poder mirar una fotografia de lo que es el crater del volcan san martin

    ResponderEliminar