domingo, 3 de mayo de 2009

Los Líseres(Leyendas Tuxtlecas)

Los Líseres(Leyendas Tuxtlecas)
Fuente: Historias de cacerías en el Sureste de México.
Por: Raúl S. Argudín Corro
Si un turista, caminante, forastero, visita la escénica y acogedora ciudad de Santiago Tuxtla en el día de San Juan o cualquier domingo entre ese día y el 24 de Julio, encontrará en cualquier calle en las esquinas a un curioso personaje legendario. UN LISER de interesante, pintoresco y rancio sabor tradicional. Es un hombre disfrazado con pijama de mangas muy largas, que se cubre con una capucha (moco). Los hay amarillos, rojos, canelos y pardos. El moco tiene dos agujeros a la altura de los ojos. La chiquillería del pueblo en gran fiesta, goza, ríe y llora con el líser, los nombra y distingue como a los caballos, el rucío, el colorado, el cuatralbo, el tordillo, a ratos se le acercan y a ratos huyen despavoridos. El líser lleva una gran piola a manera de fuerte y al restallarlo brincan, bailan, braman, rugen, imitando cautelosos movimientos de felino. Corretean a los niños que huyen como gorriones asustados entre chillidos y gritos destemplados -ese líser no sirve- -ese líser es mula- -ese líser no tiene madre y un abejón es su cuerpo-.Cuando se encuentran líseres de distintos barrios se husmean interrogantes, saltan, rugen y se trenzan en descomunales peleas a latigazo limpio, hasta que uno de los contrincantes vapuleando en exceso, tira el moco, rasga el traje y sale disparado echando por la boca, ajos, sapos y culebras.Intrigado por espectáculo tan raro, regocijante y tradicional me dediqué a interrogar a los más antiguos vecinos del lugar y llegue a la conclusión de que no se encuentra ningún dato exacto que explique el simbolismo de los líseres.Por casualidad al hacer una visita profesional en el famoso barrio la Pelona a una ancianita de 97 años, más arrugada que una pasa, llamada Tia Bichi, me enteré de porque hay líseres.
Después de la consulta platiqué con la ancianita, nos hicimos amigos, le pregunté sobre el misterio de los líseres, me contestó que ella era sabedora de la incógnita y allí les va el cuento."Verá usted doctorcito: Fue hace muchos, pero muchos años, mis padres me lo contaron a mí, a ellos sus abuelos y a sus abuelos los otros tatas viejos.En aquellos tiempos Santiago no tenía el nombre que le pusieron los blancos cuando se lo repartieron al barbón de Don Hernán Cortés. Era una población rodeada de grandes murallas que llegaban hasta la subida del Mirador. En el cerro del Vigía había grandes construcciones, plaza de armas, templo, juego de pelota, mercado y palacio con muchas piedras que representaban a los Dioses. Había casas de piedra con jeroglíficos, dilatados patios y lindos jardines.Junto al Río Tepango había estanques con pájaros del agua y en las riberas casas de animales, cientos de ranchitos de caña y paja brava retrataban sus perfiles en el espejo del agua. Tenían la gran autoridad de un Sacerdote Gobernador que llevaba un gorro trenzado de oro y chalchivis adorando a una serpiente. Era señor de la vida y de la muerte para todos. Era una vida mejor que la de ahora.En uno de los ranchitos pobres desparramados por la orilla sucedió la cosa.Una perfumada noche de luna creciente, nació una niña tan bonita que no parecía de este mundo, era hija de uno de mis abuelos de los más viejos, blanca, de piel de durazno color de azucena, lindos cabellos dorados y grandes ojos, raros como de almendras en que se reflejaban suaves y temblorosos pálidos rayitos de luna. Por eso la bautizaron: Rayo de Luna. Nunca en nuestra raza que es fea se había visto nada igual, de lejanas tierras venían a conocerla, a rendirle homenaje y le traían ofrendas y le cumplían mandas.Todo fue llegando a oídos del Gobernador, mis tatas recibieron órdenes de llevarla a los aposentos reales y allá fueron siguiendo a empenachados sacerdotes.Todos los que la vieron en el Templo se prendaron de ella por el halo de belleza y de virtud que la rodeaba. El sacerdote Gobernador dijo: "Vivirá con su familia un año más y luego vendrá a adorar a nuestros Dioses, creemos que es una Princesa Blanca. No permitiremos que traiga dificultades a nuestro pueblo".Mis tatas regresaron llorando muy tristes, llorando tanto, que el Dios de las aguas compadecido lloró con ellos, crecieron los ríos, se inundó la Ciudad, iban a perderse las cosechas de maíz, hierba de México y alimento del pueblo. Atemorizados por el desastre culparon a Rayo de Luna, la buscaban para el sacrificio, mis Tatas la escondieron y la llevaron por los montes en senderos ignorados.Cuando llegaron a la primera sábana del Volcán, oyeron grandes voces en Olmeca que ordenaba: regresen que nadie los molestará.En el umbral de su ranchito encontraron al gran Sacerdote disculpándose, llevaba traje de ceremonia, túnica escarlata, y penacho de plumas rojas y blancas, dijo que en acatamiento a la Princesa en aquella casita edificaría un templo. Todo esto sucedía porque el gran Tonatiuh con un soplo y con sus rayos detuvo las aguas y revivió las cosechas. Rayo de Luna era amada y propicia a los Dioses.Pasaron rodando varios años de felicidad, de abundancia y de paz, y la niña se convirtió en una real mujer, la más bonita de todas las mujeres. Pero como no hay nada seguro en este mundo, porque lo único seguro es la muerte, una tarde triste y nublada en que no se movía ni la hoja de un árbol, comenzó a respirar fuerte el Volcán de San Martín, a vomitar lumbre, lava y enormes piedras calientes, se estremecía la tierra como si tuviera las tercianas y se hacían grietas que se tragaban a las casas, a las gentes y a las bestias. La ceniza no dejaba ver a un metro de distancia, se creyó que era el fin del mundo.Asustados los sacerdotes buscaban a Rayo de Luna para sacrificarla y calmar a los Dioses. Y sucedió lo increíble. Como todos los animales de la montaña huían aterrorizados echaron abajo trozos de la muralla y el primero en entrar al pueblo fue un hermoso tigre Real -Ocelot- que se llevó a Rayo de Luna. Todos los vecinos lo vieron, la llevaba en las fauces suspendida del huipilli cuidadosamente, suavemente como hacen las gatas cuando cambian de lugar a sus gatitos.Ella iba feliz, paso a paso se dirigió el tigre a la montaña sin importarle la ira de los elementos, algunos guerreros valientes lo persiguieron entre el infierno de lava, lumbre y humo, Ocelot los ignoró. La deposito en lecho de flores en su cueva en el laberinto de las intrincadas selvas de las vertientes del Volcán. En ese momento vino la calma, dejó de temblar la tierra, volvió la tranquilidad a todos.La princesa había calmado a los Dioses con las rojas primicias de su amor. Como en ninguna otra época fueron galanas pacíficas e idílicas las verdes y suaves playuelas del Volcán de San Martín.Siguieron rodando muchos años más cuando el Dios estaba de humor volvía al pueblo convertido en Líser asustando a los vecinos que se apresuraban a esconder los niños. Traía una soga en la mano, saltaba, rugía y se divertía a más no poder, nunca hizo mal a nadie, era pura diversión. Ahora ya no baja al pueblo, se aburriría o será que camina otros caminos.Y todos los años para las fiestas titulares de Santiago algunos vecinos tratan de imitar a los felinos, con precisos movimientos del Ocelot feroz que un día se llevara entre las fauces a la gentil Princesa Rayo de Luna en aquellos terribles días del gran enojo del Volcán. Y lo hacen recordando la historia. Siguió hablando la Tía Bichi: "Doctorcito sé que usted no lo cree, soy una pobre vieja chocha, enferma y acabada, pero tenga la seguridad de que fue cierto; mis Tatas los más viejos de todos, lo vieron, yo se lo cuento a mis hijos, ellos a los suyos y así lo sabrán todos".Me fui a mi casa intrigado pensando. ¿Cómo es posible que esta viejecita indígena arrugadita e ignorante que con dificultad se expresa en Castellano, haya inventado esta historia? ¿y cómo es posible que la niña, la enfermita que acabo de atender sea blanca como la leche, con guedejas color de oro y ojos claros, grandes como almendras en donde se ven rayitos que parecen tener fulgor de luna?¿Será esta niña lejano descendiente de la Princesa y de Ocelot?Y por eso amigo, turista, caminante, forastero, si pasas por la limpia y panorámica ciudad de Santiago Tuxtla, Veracruz; en cualquier domingo de julio el mes de la lluvia conocerás a los hieráticos líseres, pausados, curiosos, husmeadores, que rugen, braman y saltan restallando el látigo de piel, correteando a la chiquillería del pueblo en lances de regocijo y de pelea.Y lo hacen en recuerdo de la bellísima y gentil Princesa Rayo de Luna, raptada y deposada por un fiero y hermoso Tigre Real que fue Dios de los Olmecas.

4 comentarios:

  1. Què hermosura de relato!!!... me gustò al igual que me gustò mi primer libro de relatos de cacerìas (que comprè en los años 60s) que se llama CACERIAS EN LOS TUXTLAS del Dr. Argudìn, quizàs pariente de Ignacio... y no sè por què en algunos sitios le cambian al Dr. Argudìn el nombre por el de Dr. Agundis...

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  2. Sr. Ignacio Argudin. Mi pregunta es si tiene algunas anécdotas que escribió el Dr Argudin sobre el señor Genaro mateu Diez. No tengo idea en que año pro pudo ser en los 20es o 30as o antes

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  3. YO TENGO EL LIBRO RELATO DE CACERIAS EN LOS TUXTLAS VERACRUZ, CON DEDICATORIA A EDMUNDO VALVERDE ELVA

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    1. Lobo Estepario Solitario ! Me gustaria conseguir el libro, como me podria poner en contacto con tigo?
      Algun telefono?:

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